Ayer paseé por Sevilla al atardecer… Es un privilegio, un placer para los sentidos.
Atraído por una exposición temporal sobre arte modernista en el Museo de Bellas Artes de Sevilla (no es gran cosa si ya has estado en Barcelona en los “templos” modernistas –Sagrada Familia, Parque Güell, La Pedrera, Casa de Gaudí, etc.-, o en el magnífico museo de Art Decó de Salamanca). Paseamos mi mujer y yo por los patios del museo al atardecer, olor a Azahar, algarabía de golondrinas en los árboles de los patios, luminosidad primaveral y tibieza en la piel, todo ello en el marco arquitectónico incomparable del Museo… ¡Auténtico placer para los sentidos!, y riqueza para el alma.
El sentido del cultivo de las artes, y la observación de sus obras, para el ser humano es la experiencia del placer de los sentidos y el enriquecimiento del alma, la humanización. Por ello es tan importante que la cultura, la creativa y la “contemplativa”, sea accesible al máximo de miembros de los pueblos. Un alma culta será sensible, dialogante, democrática y tolerante, ¡Humana! La incultura hace a los pueblos, y a sus miembros, dóciles, manejables, intolerantes, gregarios, masa acrítica…
Al terminar la visita al Museo nos surgió una reflexión: La diferencia del pueblo Catalán (la exposición está organizada por Fundación La Caixa), con otros pueblos de la península ibérica es el orgullo, por lo propio, por su Cultura, sus artistas, sus manifestaciones culturales. Nosotros, los andaluces, no solo no nos reconocemos como pueblo culto, capaces de las manifestaciones artísticas y culturales más elevadas, sino que, en general, no las conocemos, y, desde luego, no mostramos orgullos y satisfechos por ser “hombres de luz que alma de hombres les dimos” a lo largo de toda nuestra historia.
Hace unos años había una campaña publicitaria en la radio que decía: “Siéntase orgulloso de ser andaluz”. Sintámonos orgullosos, pero no como pueblo superior a ningún otro, no por ser los más graciosos, no por tener más fiestas que nadie (ni más parados, o menos industrias…), sino por ser solidarios, cultos, por amar la cultura (la práctica de las artes y el gusto por la contemplación de sus obras, y de la belleza), por ser Hombres de Luz.
Vamos a disfrutar la Primavera de Sevilla, donde nuestros sentidos se elevan con la luz, los olores mágicos, el arte en las calles, la música popular, y una temperatura que nos invita a tomar las calles y gritar ¡Carpe Diem! (disfruta el momento) ¡Viva la vida!
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Hace 1 año
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