¡ Miedo ¡ Tenemos miedo, nos infunden miedo. La crisis, ese fenómeno que ha venido de pronto, como un huracán, a romper nuestra tendencia de “crecimiento” imparable nos tiene acojonados. Los políticos, y los premios Nóbel, nos asustan con los efectos perversos de la crisis. Tendremos un paro acojonante, no seremos capaces de pagar la hipoteca, habrá disturbios sociales, pero sobre todo, a pesar de los mensajes para que consumamos (¡Consumid, consumid, malditos!), nuestra forma depredadora de vida (aquel American way of life), se hace inviable. ¡Bendita crisis que nos hace descubrir la insosteninibilidad del modelo de vida instalado en nuestra sociedad occidental y norteña...
Si, yo también tengo miedo. Tengo miedo a que mis hijos no vean salidas y se desmoralicen, a que mi mujer se venga abajo porque, a pesar de la necesidad social, tenga dificultad de trabajar y generar derechos y satisfacciones. Tengo miedo de tener dificultad para pagar la hipoteca en los próximos años… Pero hay algo de lo que tengo mucho más miedo… Nuestra dependencia y falta de Proyectos de futuro (individual y social, o de “clase”, como decíamos antes…).
Somos dependientes para la supervivencia. No sabemos cultivar nada, no sabemos arreglar o reparar la ropa o el calzado, no sabemos (bueno, yo un poco ya se) construir la casa, o repararla,… no sabemos vivir de la naturaleza y no dañarla. No sabemos divertirnos sin tele, ordenador o la play. Nos hemos olvidado de cantar, tocar instrumentos tradicionales, bailar y jugar a juegos colectivos. Divertirnos y ser felices…
Pero, lo más importante, nos hemos hecho dependientes para trazar nuestro futuro. Pensar lo que queremos ser, hacia dónde queremos ir, trazar nuestro camino (”cumplir con nuestro Dharma”), y cómo terminar nuestros días. Y sobre todo,
Socialmente hemos renunciado a la utopía, y a luchar por ella. Nos volvimos adoradores del becerro de oro, mientras en los rincones del planeta –extensísimos y muy habitados-, mucha gente moría de hambre, sed, enfermedad y violencia.
Nuestro reto, como ser individual, como clases sociales dependientes, como pueblo dependiente y, en definitiva, como especie, es aprender a vivir autónoma y responsablemente.
Hemos de aprender a construir una sociedad comunal, autónoma y autogestionada (democrática desde la base). Menos dependiente de las grandes redes logísticas de productos y energía, de poderes y planificadores centrales (del estado y de las multinacionales), y sobre todo menos depredadora.
Hemos de aprender a ser autónomos en la vida cotidiana; capaces de valernos por nosotros mismos, aunque solidarios y colaboradores, puesto que hay muchas cosas en las que seremos más eficaces y ecológicamente eficientes, trabajando en común. La globalización, y, sobre todo, las alternativas a la globalización que se van planteando en lo que se viene a llamar "Alter globalización", hacen posible construir otro modelo de planeta, que se nos ha quedado más pequeño y “manejable”.
Y, sobre todo, hemos de aprender a ilusionarnos en nuevos proyectos de construcción social, de construcción de pueblo, y de construcción de planeta, bajo nuevos paradigmas de relación entre los seres humanos y su entorno planetario que buscan objetivos simples: Cumplir su dharma (su justa misión en la existencia), y ser felices con ello.
Aprendamos a organizarnos, a tener claro los objetivos, establecer metas y metodologías comunales (democráticas), a evaluar resultados, y a volver a planificar, sin perder de vista nuestra Misión: SER HUMANOS Y FELICES, EN UN COTEXTO DE SERES HUMANOS FELICES, EN UN PLANETA DE SERES FELICES… Utópico sí, pero no podemos vivir sin utopías o imágenes e ideas de lo que queremos ser, y que con ello vivamos ilusionados y entusiasmados... ESPERANZADOS.
¡ Frente al miedo aprendamos a vivir de otra manera ¡
JUAN ANTONIO, EL CALAFATE.
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Hace 1 año
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