El Centro de Dos Hermanas

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jueves, 26 de marzo de 2009

Primavera de Sevilla…

Ayer paseé por Sevilla al atardecer… Es un privilegio, un placer para los sentidos.

Atraído por una exposición temporal sobre arte modernista en el Museo de Bellas Artes de Sevilla (no es gran cosa si ya has estado en Barcelona en los “templos” modernistas –Sagrada Familia, Parque Güell, La Pedrera, Casa de Gaudí, etc.-, o en el magnífico museo de Art Decó de Salamanca). Paseamos mi mujer y yo por los patios del museo al atardecer, olor a Azahar, algarabía de golondrinas en los árboles de los patios, luminosidad primaveral y tibieza en la piel, todo ello en el marco arquitectónico incomparable del Museo… ¡Auténtico placer para los sentidos!, y riqueza para el alma.

El sentido del cultivo de las artes, y la observación de sus obras, para el ser humano es la experiencia del placer de los sentidos y el enriquecimiento del alma, la humanización. Por ello es tan importante que la cultura, la creativa y la “contemplativa”, sea accesible al máximo de miembros de los pueblos. Un alma culta será sensible, dialogante, democrática y tolerante, ¡Humana! La incultura hace a los pueblos, y a sus miembros, dóciles, manejables, intolerantes, gregarios, masa acrítica…

Al terminar la visita al Museo nos surgió una reflexión: La diferencia del pueblo Catalán (la exposición está organizada por Fundación La Caixa), con otros pueblos de la península ibérica es el orgullo, por lo propio, por su Cultura, sus artistas, sus manifestaciones culturales. Nosotros, los andaluces, no solo no nos reconocemos como pueblo culto, capaces de las manifestaciones artísticas y culturales más elevadas, sino que, en general, no las conocemos, y, desde luego, no mostramos orgullos y satisfechos por ser “hombres de luz que alma de hombres les dimos” a lo largo de toda nuestra historia.

Hace unos años había una campaña publicitaria en la radio que decía: “Siéntase orgulloso de ser andaluz”. Sintámonos orgullosos, pero no como pueblo superior a ningún otro, no por ser los más graciosos, no por tener más fiestas que nadie (ni más parados, o menos industrias…), sino por ser solidarios, cultos, por amar la cultura (la práctica de las artes y el gusto por la contemplación de sus obras, y de la belleza), por ser Hombres de Luz.

Vamos a disfrutar la Primavera de Sevilla, donde nuestros sentidos se elevan con la luz, los olores mágicos, el arte en las calles, la música popular, y una temperatura que nos invita a tomar las calles y gritar ¡Carpe Diem! (disfruta el momento) ¡Viva la vida!

sábado, 21 de marzo de 2009

POR UNA VIDA MÁS FRUGAL

Me parece que es una buena línea de reflexión... quiero compartirlo, me la ha enviado un buen amigo.

Por una vida más frugal

La filosofía del 'decrecimiento' reivindica que debemos trabajar menos para vivir mejor. Propone una crítica constructiva y pluridisciplinar que ponga en cuestión la búsqueda obsesiva del "cada vez más"
NICOLAS RIDOUX
EL PAÍS - Opinión - 21-03-2009 En el origen de la grave crisis actual hay una nueva manifestación de la desmesura, de la búsqueda infinita de omnipotencia. Las empresas y entidades financieras han estado persiguiendo obtener unos beneficios en crecimiento perpetuo. En esta búsqueda incesante del "cada vez más", los mercados existentes no bastaban, y hubo que crear mercados incluso donde no existían. Las consecuencias de todo ello en la economía real serán por desgracia de amplio alcance, y afectarán especialmente a los más débiles. Como consecuencia de esta crisis, la mayoría de nuestros dirigentes, antes neoliberales, de repente parecen haber descubierto a Lord Keynes. Pues bien, ¿qué es lo que Keynes nos dice? "La dificultad no es tanto concebir nuevas ideas como saber librarse de las antiguas".Eso es lo que pretende el movimiento del "decrecimiento", que propone una crítica constructiva, argumentada, pluridisciplinar, de rechazo de los límites que constriñen nuestras sociedades contemporáneas, para así poder liberarnos de ese "cada vez más". La filosofía del decrecimiento trata de explicar que en muchas ocasiones "menos es más". ¿Qué es exactamente lo que está ocurriendo en nuestros días? No estamos padeciendo una crisis sino un conjunto de ellas: crisis ecológica (energética, climática, pérdida de la biodiversidad, etcétera); crisis social (individual y colectiva, aumento de las desigualdades entre las naciones y en el seno de las mismas, etcétera); crisis cultural (inversión de valores, pérdida de referentes y de las identidades, etcétera); a lo que ahora se añade la doble crisis financiera y económica. Todas ellas no son crisis aisladas, sino más bien el resultado de un problema estructural, sistémico: cuyo origen está en la desmesura, en la búsqueda obsesiva del "cada vez más". ¿Qué se puede decir sobre la crisis económica desde el punto de vista de quienes somos "objetores al crecimiento"? Que nadie se equivoque, porque decrecimiento no es sinónimo de recesión. Tal como escribí hace más de dos años: "No hay que elegir entre crecimiento o decrecimiento, sino más bien entre decrecimiento y recesión. Si las condiciones ambientales, sociales y humanas impiden que siga el crecimiento, debemos anticiparnos y cambiar de dirección. Si no lo hacemos, lo que nos espera es la recesión y el caos". Ahora hemos entrado en recesión, pero que nadie se confunda, no en una sociedad de "decrecimiento". Para empezar, no hemos cambiado nuestra organización social, y en la actual organización todas las instituciones y mecanismos redistributivos se nutren de la idea del crecimiento. En una sociedad así, cuando el crecimiento falta, la situación es inevitablemente dramática. El decrecimiento es algo totalmente distinto. Significa crecer en humanidad, esto es, teniendo en cuenta todas las dimensiones que constituyen la riqueza de la vida humana. El decrecimiento no es un crecimiento negativo, ni propugna tampoco una recesión ni una depresión; sería ridículo tomar nuestro sistema actual y ponerlo del revés y de esa manera intentar superarlo. El decrecimiento supone que debemos desacostumbrarnos a nuestra adicción al crecimiento, descolonizar nuestro imaginario de la ideología productivista, que está desconectada del progreso humano y social. El proyecto del decrecimiento pasa por un cambio de paradigma, de criterios, por una profunda modificación de las instituciones y un mejor reparto de la riqueza. Es claro que el crecimiento económico pretende aliviar la suerte de los más desfavorecidos sin tocar demasiado las rentas de los más ricos, para no enfrentarse a su reacción política. En ese sentido, el decrecimiento pasa necesariamente por una redistribución (restitución) de la riqueza. En un mundo de recursos limitados, las cosas no pueden crecer de manera indefinida. Por eso, "la objeción al crecimiento" habla de la necesidad de compartir, el regreso de la sobriedad, en particular para aquellos que sobreconsumen. Hacemos nuestras estas palabras de Evo Morales, presidente de la República de Bolivia, que el 24 de septiembre de 2008 afirmó en la Asamblea General de las Naciones Unidas: "No es posible que tres familias tengan rentas superiores a la suma de los PIB de los 48 países más pobres (...) Estados Unidos y Europa consumen de media 8,4 veces más que la media mundial. Es necesario que bajen su nivel de consumo y reconozcan que todos somos huéspedes de una misma tierra". Hay que acabar con la idea de que "el crecimiento es progreso" y la condición sine qua non de un desarrollo justo. El crecimiento es adornado por sus defensores con todas las virtudes, por ejemplo en materia de empleo. Sin embargo, como dijo Juan Somavia, director general de la OIT, en su informe de enero de 2007: "Diez años de fuerte crecimiento no han tenido más que un leve impacto -y sólo en un pequeño puñado de países- en la reducción del número de trabajadores que viven en la miseria junto con sus familias. Así como tampoco ha hecho nada por reducir el paro". En efecto, los beneficios empresariales han sido tan enormes que ni siquiera un crecimiento fuerte ha podido crear empleo, de ahí la persistencia del paro. La recesión agrava brutalmente este problema. Pero es ilusorio pensar que, para que todo el mundo tenga trabajo, lo que hay que hacer es restaurar el crecimiento económico y aumentar cada vez más las cantidades producidas; esta sobreproducción no tiene ningún sentido, no consigue el pleno empleo y, encima, compromete gravemente las condiciones de supervivencia del planeta. Volvamos a Keynes, aunque no el que relanza las economías desfallecientes gracias a la intervención del Estado, sino al que escribía en sus Perspectivas económicas para nuestros nietos (1930) que sus nietos (es decir, nuestra generación) deberían liberarse de la coacción económica, trabajar 15 horas semanales y tender a una mayor solidaridad que permitiese compartir el nivel de producción ya alcanzado. No hacerlo así, según él, nos llevaría a caer en una "depresión nerviosa universal". La filosofía del decrecimiento hoy dice que debemos trabajar menos para vivir mejor. No tener la mira puesta en el poder adquisitivo (que a menudo es engañoso y reduce al hombre a la única dimensión de consumidor), sino buscar el poder de vivir. Se trata de cambiar la actual organización de la producción y repartir mejor el trabajo: utilizar los beneficios obtenidos para que todos trabajen moderadamente y todas las personas tengan un empleo. Esta reorganización debe ir acompañada de una revisión de las escalas salariales. No es aceptable que algunos empresarios ganen varios centenares o miles de veces más el salario de sus propios trabajadores. Reducir la cantidad de trabajo permitiría asimismo que pudiésemos llevar una vida más equilibrada, que nos realizáramos a través de cosas que no sean la sola actividad profesional: vida familiar, participación en la dinámica del barrio, vida asociativa, y también actividad política, práctica de las artes... Un modo de vida más frugal, que se tomara en serio los valores humanistas y tuviese en cuenta la belleza, conduciría a producir menos pero con mejor calidad. Una producción de calidad pide habilidad y tiempo, y ofrecería empleos numerosos y más gratificantes. Supone no recurrir sistemáticamente a la potencia industrial (exige sobriedad energética) lo cual mejoraría la necesidad de fuerza de trabajo (como se observa al comparar la agricultura intensiva, muy mecanizada, gran consumidora de petróleo pero parca en mano de obra, con la agricultura biológica). De esta manera, quizá también se pudiese equilibrar mejor trabajo intelectual y trabajo manual, y combatir al mismo tiempo la epidemia de obesidad que padecen nuestras sociedades demasiado sedentarias. Devolver el protagonismo a la persona, restaurar el espíritu crítico frente al modelo dominante del "cada vez más" y abrir el debate sobre nuestra forma de vivir y sus límites, saber tomarse tiempo para mantener una relación equilibrada con los demás, ése es el camino que propone la filosofía del decrecimiento. Se trata de sustituir el crecimiento estrictamente económico por un crecimiento "en humanidad". Es una tarea estimulante, un desafío que merece la pena intentar.

jueves, 19 de marzo de 2009

Frente a miedo, aprendamos a vivir de otra manera

¡ Miedo ¡ Tenemos miedo, nos infunden miedo. La crisis, ese fenómeno que ha venido de pronto, como un huracán, a romper nuestra tendencia de “crecimiento” imparable nos tiene acojonados. Los políticos, y los premios Nóbel, nos asustan con los efectos perversos de la crisis. Tendremos un paro acojonante, no seremos capaces de pagar la hipoteca, habrá disturbios sociales, pero sobre todo, a pesar de los mensajes para que consumamos (¡Consumid, consumid, malditos!), nuestra forma depredadora de vida (aquel American way of life), se hace inviable. ¡Bendita crisis que nos hace descubrir la insosteninibilidad del modelo de vida instalado en nuestra sociedad occidental y norteña...

Si, yo también tengo miedo. Tengo miedo a que mis hijos no vean salidas y se desmoralicen, a que mi mujer se venga abajo porque, a pesar de la necesidad social, tenga dificultad de trabajar y generar derechos y satisfacciones. Tengo miedo de tener dificultad para pagar la hipoteca en los próximos años… Pero hay algo de lo que tengo mucho más miedo… Nuestra dependencia y falta de Proyectos de futuro (individual y social, o de “clase”, como decíamos antes…).

Somos dependientes para la supervivencia. No sabemos cultivar nada, no sabemos arreglar o reparar la ropa o el calzado, no sabemos (bueno, yo un poco ya se) construir la casa, o repararla,… no sabemos vivir de la naturaleza y no dañarla. No sabemos divertirnos sin tele, ordenador o la play. Nos hemos olvidado de cantar, tocar instrumentos tradicionales, bailar y jugar a juegos colectivos. Divertirnos y ser felices…

Pero, lo más importante, nos hemos hecho dependientes para trazar nuestro futuro. Pensar lo que queremos ser, hacia dónde queremos ir, trazar nuestro camino (”cumplir con nuestro Dharma”), y cómo terminar nuestros días. Y sobre todo,
Socialmente hemos renunciado a la utopía, y a luchar por ella. Nos volvimos adoradores del becerro de oro, mientras en los rincones del planeta –extensísimos y muy habitados-, mucha gente moría de hambre, sed, enfermedad y violencia.

Nuestro reto, como ser individual, como clases sociales dependientes, como pueblo dependiente y, en definitiva, como especie, es aprender a vivir autónoma y responsablemente.

Hemos de aprender a construir una sociedad comunal, autónoma y autogestionada (democrática desde la base). Menos dependiente de las grandes redes logísticas de productos y energía, de poderes y planificadores centrales (del estado y de las multinacionales), y sobre todo menos depredadora.

Hemos de aprender a ser autónomos en la vida cotidiana; capaces de valernos por nosotros mismos, aunque solidarios y colaboradores, puesto que hay muchas cosas en las que seremos más eficaces y ecológicamente eficientes, trabajando en común. La globalización, y, sobre todo, las alternativas a la globalización que se van planteando en lo que se viene a llamar "Alter globalización", hacen posible construir otro modelo de planeta, que se nos ha quedado más pequeño y “manejable”.

Y, sobre todo, hemos de aprender a ilusionarnos en nuevos proyectos de construcción social, de construcción de pueblo, y de construcción de planeta, bajo nuevos paradigmas de relación entre los seres humanos y su entorno planetario que buscan objetivos simples: Cumplir su dharma (su justa misión en la existencia), y ser felices con ello.

Aprendamos a organizarnos, a tener claro los objetivos, establecer metas y metodologías comunales (democráticas), a evaluar resultados, y a volver a planificar, sin perder de vista nuestra Misión: SER HUMANOS Y FELICES, EN UN COTEXTO DE SERES HUMANOS FELICES, EN UN PLANETA DE SERES FELICES… Utópico sí, pero no podemos vivir sin utopías o imágenes e ideas de lo que queremos ser, y que con ello vivamos ilusionados y entusiasmados... ESPERANZADOS.

¡ Frente al miedo aprendamos a vivir de otra manera ¡

JUAN ANTONIO, EL CALAFATE.

miércoles, 11 de marzo de 2009

¡ FELICIDADES HÉCTOR !


Tener hijos no es una experiencia obligatoria ni necesaria en la vida de un ser humano, pero es una de las oportunidades más hermosas que hay para experimentar la "humanidad"... hoy mi hijo mayor cumple 25 años. ¡Dios, parece que fue ayer cuando lo vi salir del vientre de su madre!.


¡Tengo un hijo y una hija preciosos a los que quiero y admiro!.



Me enamoré joven de su preciosa madre (de la que sigo enamorado hoy), y construimos una ilusión de vida en común... ,Dibujamos a trazos bastos el hogar y el futuro que queríamos, y la realidad le ha dado los trazos finos, y lo ha llenado de color. A veces ha habido que tachar y rehacer algunos trazos... Algunos de ellos duelen como cicatrices en invierno, o como viajas fracturas. Pero el cuadro que vamos componiendo se ve hermoso, inacabado, pero bello.



Me encuentro, afortunadamente aún, entre dos generaciones vivas a las que admiro: Mi padre, un campesino, que siendo joven, al no ver el futuro claro en su pueblo, junto a sus gentes y la cultura rural andaluza en la que se crió, vino a ser el primer Calafate de la familia. ¡Fue valiente al dar aquel paso!, aprendió el oficio de calafate, constructor de barcos, y así me permitió venir a este mundo y poder dar mis primeros pasos en él. Ha sido y es un hombre honesto, solidario, que vive para apoyar a los suyos; Mi hijo, valiente, atrevido, generoso, me ensaña cada día a confiar en la juventud y a tener esperanzas en el mañana.



Desde chico tuvo claro lo que quería. Ha construido poco a poco y con gran esfuerzo y sacrificio la imagen del hombre que quiere ser. Le quedan muchas arrugas que delinear, canas que repintar, mares que recorrer, besos y abrazos que dar y recibir, lágrimas que volcar y carcajadas que compartir, pero ya es, en gran medida, el hombre que quiere ser, a pesar de que quedan trazos, colores, borrones y cicatrices. Así le quiero y le querré.



Hoy quiero felicitarlo, en su cumpleaños, no tanto por lo que sucedió hace 25 años, sino por lo que es hoy y quiere ser mañana. ¡No olvides nunca ser HOMBRE! ¿Qué es ser hombre?, no lo sé estoy hoy explorando ese conocimiento, moriré en el intento, seguro. Te deseo que seas explorador honesto e incansable, y en cada parada experimentes una cierta satisfacción profunda por el recorrido realizado, y un ansia por la nueva etapa.



¡FELICIDADES HIJO MÍO!


lunes, 9 de marzo de 2009

El Dharma del Calafate

IBN ´ABDUM, un personaje importante en la Sevilla andalusí del siglo XII escribió:

“ Nada es más necesario en el mundo que un cadí (juez-administrador) justiciero (¡y justo!), un notario fidedigno, un buen calafate, y un médico experto y de conciencia, pues de estos cuatro oficios depende la vida del mundo, y ellos necesitan más que nadie ser honrados y religiosos, ya que Dios les ha confiado los bienes y la vida de las gentes."

El mundo se nos escapa de la manos; la información que circula es infinita, no podemos leer todo lo que nos llega a diario al correo electrónico… Nuestra capacidad para entender lo que pasa a nuestro alrededor es limitada. ¿Qué podemos entender entonces?, ¿Cómo podemos abordar la tarea de vivir de una forma honrada y “religiosa”, en este contexto (y que cada uno interprete este término a la luz de su filosofía, su moral y los principios inspiradores de su actuar)?

Hay un término Sánscrito (lengua ancestral de la India que dicen es el origen de nuestras lenguas) que me inspira: El Dharma. Tal como yo lo entiendo, después de leer y meditar en él, es el Propósito de la vida de cada uno…, el propósito elevado, justo y adecuado para que nuestro tránsito por esta existencia tenga un sentido, y, sobre todo, un sentido en relación a nuestra pertenencia a la especie humana y al planeta tierra.

Creo que el primer paso para entender nuestro mundo y actuar de forma “honrada y religiosa”(no hace falta que insista en la precisión, ¿ no?), es contemplar cual es tu Dharma, tu propósito en la vida… Cómo, aprovechando cualidades, virtudes, habilidades y destrezas, aportas algo a los demás y a tu medio, que, a la vez te enaltece como ser humano, y te da profunda satisfacción personal... Te realiza.

Quizá mi Dharma es el del Calafate, que cuida de la Nave donde navegan los demás, para que no se hunda, y así éstos pueden cuidar de su propio propósito, su tránsito honrado y justo por este existir. Quizá por eso me suele tocar en las organizaciones sociales en las que participo esa misión.

A todos mis amigos, compañeros y familia os pido que me ayudéis a entender y cumplir mi Dharma, y que me aguantéis por cuantas veces mi interpretación de esa misión se desvíe de lo razonable y aceptable por vosotros.

Juan Antonio, el Calafate

sábado, 7 de marzo de 2009

Tiempos Dificles, pero ilusionantes

Parece que vivimos tiempos dificiles..., pero me niego a seguir experimentando impotencia, desasosiego y agobio, pero sobre todo desesperanza.

Son tiempos dificiles sin duda, pero acaso no llevan viviendo esos "tiempos dificiles", ¡que digo difiles!, ¡terribles!, la mayor parte de nuestros hermanos humanos en gran parte del planeta...

A través de este medio quiero contribuir a crear espacios de esperanza, de propuestas que nos ayuden a vivir una vida más plena cada día, combatiendo la sensación de aplastamiento a la que nos quieren aconstumbrar.

También quisiera que fuese un espacio para la familia y los amigos, pilares fundamentales de mi vida... También mis compañeros lucha y de trabajo, vecinos... La comunidad de la vida cercana que me acompaña, y conforma día a día lo que soy.

Habrá imágenes, reflexiones, noticias, y enlaces...

¡Bienvenidos a mi Blog!